14.7.09

Chispitas

Ahora su falta de fe le hace escapar a todo pensamiento que vaya más allá de la punta de su nariz.
Pero se le rebalsan los ojos cuando piensa en la existencia de una mínima latente posibilidad de que otra vez pueda alquilarse un lugar.
Pueda cambiar de aire, pero en el pecho.
Cambiar el sabor amarguísimo del desengaño y la desilusión.
El agua podrida de las lágrimas estancadas.
La vergüenza del que fue vencido cuando se jugaba la espalda.
Salir de lo oscuro. Donde nadie lo ve, nadie lo toca, nadie le duele. Lo oscuro donde, desde sus pupilas hasta la punta de sus dedos, es todo de él.
La locura se asoma, con cuánta fuerza esta vez?
Qué pasa? Él no quiere contestar. No quiere saber. Él solamente quiere que lo dejen soñar… con ella.
Pero el pecho se le parte en mil pedazos (aún así no distingue la vida y la muerte).
El pecho se le parte en mil pedazos de sólo pensar en que podría respirar a través de los poros de esa otra piel. Poder dar, sin tener nada más que todo.
Pero la desconfianza lo llena otra vez, y prefiere desconocerse del asunto, dedicarse a soñar, olvidar los mil pedazos. Esos no son más que leña del árbol deshecho. Leña que arde, y que va a disminuirse, sin demasiado humo, a inertes cenizas.
¿Cuánto tiempo puede un corazón aguantar la respiración?

2 comentarios:

  1. 3 minutos como máximo, luego muere de inanición; y el amor encofrado acompaña el destino del cuerpo sin vida.

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  2. Lindo nena, estaba esperando que me sacaras a bailar.

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