25.7.09

Cruda

Es difícil precisar el momento en que la relación empezó a desvirtuarse.
Una noche él había tenido la maldita idea de que salgamos con amigos. Fuimos a bailar y cien cervezas después, volvíamos.
Entre muestras “amistades”, una pendeja estúpida había quedado borrachísima y la llevamos con nosotros al departamento. Estaba casi inconciente, hicimos que se acueste mientras esperaba un remís.
Los dos entonados y casi solos tardamos dos minutos en calentarnos. Y él tuvo la brillante ocurrencia cogerme en la cama al lado de ella. “No da bebé, es una compañera del laburo”.
Y se enojó. Me sacó de la habitación de los pelos y empezó a pegarme. De hecho me cagó a trompadas como nunca en mi vida, por “puta desviada”.
Y ok, no es que antes de eso no haya existido violencia en la relación, pero nunca así.
Me acuerdo de la primera vez, le pegué un cachetazo perfectamente telenovelesco. Sus ojitos encendidos, vidriosos, él conteniéndose (en ese entonces era un caballero). Yo había descargado toda la bronca acumulada producto de las necedades que había estado escuchándole en esos días. Alguna vez me la devolvió.
Pero nunca habíamos llegado a nada así, que yo no pudiera controlar. Y no, no me gustó. Para peor mi nivel de alcohol era tal que no me podía levantar del piso. El tipo seguía, no me dejaba ir.
La estúpida seguía ahí desmayada. Un rato después llega por fin el remís. La despabilo, y con la excusa de acompañarla a la puerta aproveché para irme.
Caminé unas cuadras y me sonó celular. Era él, llorando “mi amor, te amo, volvé a casa, por favor mi amor volvé a casa”.
Pudo ser porque no venía el colectivo, porque tenía frío, o simplemente porque en esas épocas mi mente estaba bastante atrofiada, pero volví. Llegué y él estaba decaído, miserable. Fui a la cocina, agarré un cuchillo y empecé a tajearme el brazo frente de sus ojos, diciendo que todo lo que pasó fue mi culpa. Hice salir un poco de sangre y paré.
Él estaba completamente inmóvil, pero con una expresión de terror que nunca le volví a ver. Parecía que se estaba derrumbando por dentro. Me pregunté si además de las cervezas había estado aspirando sin que yo me diera cuenta. De a ratos parecía como si se ahogara.
Lo esperé media hora para asegurar que no iba a encontrarlo muerto al otro día, y después me fui a mi casa a dormir.

7 comentarios:

  1. En un reparto de comedias,
    A María le entregaron el papel de bruja
    Y ensayose tanto para hacer
    Una puesta en escena extraordinaria
    Que convirtió en renacuajo
    A su novio golpeador;
    Y hoy ya no le teme a las voces
    Que la ocultan de una noche callada.

    ResponderEliminar
  2. Es difícil abrir algunos cerrojos y ciertos encierros.
    ¿Resignación o la quinta pata del gato? No lo se.

    ResponderEliminar
  3. Un poquito de esto un poquito de aquello...

    ResponderEliminar
  4. Y a seguir pa´ adelante, cabeceando el pavimento...

    ResponderEliminar